Día 13 de Mayo de 2016. Hace casi un año estaba a punto de
comenzar una de las experiencias más bonitas de mi vida. Y yo sin saberlo… en
mi interior, un sinfín de sentimientos se agolpaban: miedo, incertidumbre, inseguridad.
Cuál sería mi sorpresa al notar cómo todos ellos desaparecían al minuto 0 de
entrar en contacto con la salud mental. Y hoy, un año después, tras haber
rotado por varios dispositivos de este servicio, puedo decir con orgullo que
soy residente de Enfermería de Salud Mental en el Hospital Universitario Virgen
Macarena.
Durante todos estos meses, he podido aprender mucho sobre
estas personas y he podido participar con ellas en múltiples actividades que,
en mi opinión, son de las más terapéuticas
y las más útiles para lograr su integración social y su vuelta a la
rutina diaria. “Tonterías”, me dicen algunos. “Son cosas para mantenerlos
entretenidos y así vosotros trabajar lo menos posible”. Qué equivocados están.
Hoy, día 13 de Mayo, he tenido la suerte de ir junto con los profesionales y
pacientes del Hospital de Día del HUVM al Centro Andaluz de Arte Contemporáneo
(CAAC), situado en la Isla de la Cartuja de Sevilla. Ha sido una de las visitas
más terapéuticas que he podido presenciar. Por ello, antes de relatar en qué ha
consistido la mañana, me gustaría agradecer a todos los que han hecho posible esta
actividad fuera del ambiente hospitalario y que tantos aspectos positivos puede
promover en estos pacientes. También, quisiera dar las gracias a la guía que
nos ha acompañado durante las 4 horas de recorrido, por su dinamismo, su
paciencia y sus ganas de compartir con nosotros todos sus conocimientos sobre
este lugar que tantas historias alberga.
Pues bien, esta mañana hemos salido del hospital sobre las
9.15 h, y hemos ido a coger el autobús que nos llevaría hasta el CAAC. No sabíamos
lo que nos encontraríamos allí, pero lo que sí sabíamos es que íbamos a pasar
una mañana diferente a la de siempre, por lo que se podía palpar la ilusión
entre todos los componentes del grupo. Al llegar, nos ha recibido una guía,
MariFeli, y nos ha llevado a una capilla situada casi en la entrada, donde nos
hemos sentado y hemos podido escuchar la historia de cómo se construyó y cómo
fue evolucionando este antiguo monasterio hasta llegar a convertirse en un
Centro de Arte Contemporáneo. Tras esto, hemos recorrido el patio central,
donde hemos podido presenciar la escultura denominada “Alicia”, la llamada “Como
un monumento al artista” del autor Curro González, las “Ventanas Iluminadas”
escondidas entre los árboles, y los famosos Ombús, sembrados en la Expo del 92.
Qué delicia poder contemplar todas estas obras de arte y admirar cada uno de
sus detalles a la vez que te cuentan su historia y sus secretos más escondidos.
Después de esto, hemos tenido la oportunidad de ir al taller.
Allí, hemos podido ser nosotros mismos los artistas. En un primer momento, la guía ha dado a
algunos pacientes unas bolsitas negras, con algún tipo de material dentro. Ellos
debían palparlo con sus manos, sin
mirar, y describir qué estaban tocando y qué era lo que les inspiraba, de modo
que el resto de compañeros llegaran a adivinarlo. Después, se han formado dos
grupos, y cada uno de ellos tenía una cartulina blanca. En ella, debían hacer
el dibujo que quisiera, pero no con lápiz, sino con cola blanca sobre la que
después se vertería sal para que se quedaran los trazos. Por último, nos daban
los 3 colores primarios (rojo, azul y amarillo) y con unas pipetas, se
coloreaba todo lo que se había dibujado anteriormente. Esto daba lugar a la
experimentación y a la mezcla de colores. Han sido dos actividades muy bonitas. Han
permitido a los pacientes la expresión, la búsqueda de sus sentimientos, de la
palabra, han logrado que trabajen con su creatividad, que exploren, que se
dejaran llevar, y los resultados han sido muy satisfactorios.
Finalmente, hemos podido acudir a la Exposición 1957-1975,
donde hemos contemplado obras de diverso tipo, desde fotografías, hasta
esculturas, pasando por vídeos y pinturas. De nuevo, todo explicado por nuestra
ya querida MariFeli.
Han sido 4 horas intensas, en las que se ha trabajado la
concentración para atender en los que estábamos viendo, el autocontrol para permanecer
en el lugar y no marcharse para hacer otras actividades (fumar, comer), la
integración y las habilidades de socialización con los demás compañeros y con
los profesionales del centro y la búsqueda de otras formas de expresión, diferentes
a la palabra, que muchos de nosotros desconocemos y nos serían de gran
utilidad.
Como profesional, animo a que los dispositivos de
rehabilitación que tengan posibilidad de organizar actividades de este tipo se
pongan en marcha. Es otra forma de trabajar con los pacientes, que los motiva e
ilusiona y resulta tan terapéutico como los talleres que se realizan en los servicios
correspondientes. Al regresar, se respira otro ambiente entre usuarios y
profesionales. Esto demuestra que el arte es una herramienta muy beneficiosa.
Y, ¿acaso no es cierto que todos llevamos un artista en nuestro interior?
¡Saquémoslo!
María Casas Almécija
Enfermera Residente Enfermería de Salud Mental
HUVM
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